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Cuenco tibetano ‘Saraswati, protectora de las artes visuales’.
En el fondo del cuenco se ha grabado una imagen de Saraswati. Es la protectora de la creatividad, de las artes visuales y de los artistas visuales. Al activar la creatividad, una energía femenina, que domina el hemisferio derecho del cerebro, aportamos más equilibrio a una vida dominada principalmente por la actividad mental. Por lo tanto, este cuenco tibetano es ideal para las sesiones en las que es importante el «equilibrio» y es necesario estimular la creatividad. El mantra de Saraswati es: Om Ah Guru Buddha Saraswati Siddhi Hrim. Por supuesto, el cuenco tibetano puede utilizarse de cualquier otra forma que se desee.
La fabricación de los cuencos tibetanos martilleados es un proceso completamente manual: cada cuenco tibetano se martillea cuidadosamente para darle la forma adecuada, pasando por varias etapas para obtener la forma correcta y un tono puro. En este proceso, primero se funden en un horno los distintos metales (cobre, estaño, hierro, plomo, oro y plata), en función de lo que requiera el producto final (cobre y estaño = bronce) son los ingredientes principales, para los cuencos de bronce, con porcentajes muy pequeños de los otros metales para los cuencos de siete metales. A continuación, el metal fundido se saca del horno y se vierte en un molde, tras lo cual se corta en discos de distintos diámetros y grosores para su posterior procesamiento. A continuación, los discos se martillean a mano para darles la forma y el tamaño deseados, tras medirlos con precisión y clasificarlos por peso. Primero se colocan unos cinco discos uno encima de otro y se calientan en el horno al rojo vivo, tras lo cual se martillean uno a uno en forma de cuenco utilizando un molde.
Los artesanos expertos sólo pueden hacerlo cuando el metal está al rojo vivo, porque si se enfría demasiado, se vuelve quebradizo y puede desarrollar grietas, haciendo que el cuenco quede inservible. Una vez que los cuencos tienen su forma aproximada, comienza el fino proceso de acabado. En esta etapa, cada cuenco adquiere su propia forma y tamaño, y de nuevo hay que martillear mucho y fino, por lo que hay que volver a calentar el cuenco al rojo vivo para conseguir exactamente la forma y el sonido adecuados. Después, los cuencos se lijan y pulen individualmente por fuera y por dentro, y si es necesario se cincelan para darles el toque final.
Pide las baquetas de los cuencos tibetanos por separado.
El diámetro mencionado es una indicación. Los cuencos se hacen a mano y, por tanto, el diámetro puede variar.
13 cm
400-600 g
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