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Un hermoso cuenco tibetano indio de unos 25 cm. Cada cuenco es único.
El proceso
La fabricación de cuencos tibetanos martilleados es un proceso completamente manual. Cada cuenco tibetano se martillea cuidadosamente para darle la forma adecuada, pasando por varias etapas para obtener la forma correcta y un tono puro. En este proceso, primero se funden en un horno los distintos metales (cobre, estaño, hierro, plomo, oro y plata), en función de lo que requiera el producto final (cobre y estaño = bronce) son los ingredientes principales, para los cuencos de bronce, con porcentajes muy pequeños de los otros metales para los cuencos de siete metales. A continuación, el metal fundido se saca del horno y se vierte en un molde, tras lo cual se corta en discos de distintos diámetros y grosores para su posterior procesamiento. A continuación, los discos se martillean a mano para darles la forma y el tamaño deseados, tras medirlos con precisión y clasificarlos por peso. Primero se colocan unos cinco discos uno encima de otro y se calientan en el horno al rojo vivo, tras lo cual se martillean uno a uno en forma de cuenco utilizando un molde.
Los artesanos expertos sólo pueden hacerlo cuando el metal está al rojo vivo, porque si se enfría demasiado, se vuelve quebradizo y puede desarrollar grietas, haciendo que el cuenco quede inservible. Una vez que los cuencos tienen su forma aproximada, comienza el fino proceso de acabado. En esta etapa, cada cuenco adquiere su propia forma y tamaño, y de nuevo hay que martillear mucho y fino, por lo que hay que volver a calentar el cuenco al rojo vivo para conseguir exactamente la forma y el sonido adecuados. Después, los cuencos se lijan y pulen individualmente por fuera y por dentro, y si es necesario se cincelan para darles el toque final.
Marrón
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